Guerra en Ucrania y polifonía vaticana

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Paul Gallagher

Mientras el conflicto entre Ucrania y Rusia entra en su tercer año, en los discursos oficiales de la Santa Sede han surgido diferentes puntos de vista, ya sea por parte de Casa de Santa Marta o de los servicios diplomáticos de la secretaría de Estado. 

¿Sinfonía? ¿Cacofonía? ¿Disonancia intencionada? Independientemente de que uno sea opositor o entusiasta del actual pontificado, la apreciación de las diferencias de tono que se advierten en Roma en la gestión del conflicto ruso-ucraniano varía notablemente.

Del lado de Santa Marta, el Papa Francisco ha reiterado incansablemente, a lo largo de los meses, sus llamamientos a la paz basándose en que “la guerra es siempre una derrota” y que quienes triunfan en el juego son los “mercaderes de armas". Una posición que ha permanecido inalterada.

En una entrevista concedida al canal de televisión suizo RSI el 2 de febrero de 2024, transmitida el 9 de marzo, el Papa pidió a Ucrania tener “el valor de negociar”: “creo que el más fuerte es el que ve la situación, piensa en el pueblo, tiene el valor de blandir la bandera blanca para negociar”, declaró, pidiendo la mediación de una de las “potencias internacionales”, como Turquía.

Una negociación necesaria para evitar el “suicidio del país”: el Papa respondió a una pregunta sobre el tema de la “bandera blanca”, hablando de sus virtudes. Estas declaraciones desencadenaron una crisis diplomática entre la Santa Sede y Ucrania, pero cuyo objetivo sería subrayar la posición pacifista de un Papa que antepone el carácter sagrado de la vida a todo lo demás.

Para el jefe de la diplomacia ucraniana, junto con las voces más críticas del interior de la Iglesia contra el actual pontífice romano, se trataría de una actitud que evoca la “neutralidad observada por Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial”.

El Vaticano intentó cerrar la polémica: "El Papa utilizó el término de la bandera blanca y la imagen propuesta por el entrevistador, para indicar el cese de las hostilidades y la tregua obtenida mediante el valor de la negociación", declaró el director de la sala de prensa de la Santa Sede.

El 23 de abril, Francisco insistió nuevamente en una entrevista con la cadena estadounidense CBS: “Una paz negociada es mejor que una guerra sin fin. (…) Intenten negociar. Busquen la paz”, declaró el soberano pontífice, en alusión tanto a la guerra en Ucrania como a la situación en Gaza.

Por parte de la secretaría de Estado, el tono no es exactamente el mismo. Desde el inicio del conflicto, la diplomacia vaticana nunca ha defendido una capitulación de Ucrania. En varias ocasiones, sus dos más altos funcionarios, el cardenal Pietro Parolin y monseñor Paul Gallagher, han admitido públicamente la legitimidad de una guerra defensiva, e incluso del envío de armas para llevarla a cabo.

En una reciente entrevista con la revista America del 25 de marzo de 2024, monseñor Gallagher afirmó que “es Rusia la que no está estableciendo las condiciones necesarias para la negociación al seguir enviando misiles”. También dijo que “no aprueba que las fronteras de los países sean modificadas por la fuerza”.

Los jesuitas de la Civiltà Cattolica –una revista influyente en Italia, y objetivo teórico de la Santa Sede antes de su publicación– defienden una posición diferente a la del Papa Francisco y la secretaría de Estado, apoyando una futura contraofensiva ucraniana y un apoyo más masivo de Europa y de la OTAN a Ucrania. ¿Qué se puede decir de este concierto multivoz?

¿Verlo como los detractores del Papa Francisco, una forma de rechazo de un pontífice romano al final de su recorrido con atisbos de guerra de sucesión? ¿O, por el contrario, una distribución de roles hábilmente orquestada para no alinearse con ningún partido y poder desempeñar un papel en el establecimiento de una paz futura cuando llegue el momento? ¿Podría la verdad estar en algún punto intermedio?

Un funcionario del Vaticano, citado bajo condición de anonimato por La Croix, resume la situación esbozando un cuadro matizado de la diplomacia más antigua del mundo: “Somos neutrales pero sin indiferencia ética. La historia es más compleja que un mundo en blanco y negro. Para nosotros, Ucrania y Rusia no son dos realidades sociopolíticas completamente separadas…”