Bélgica: el episcopado propone el diaconado femenino y el matrimonio de los sacerdotes

Fuente: FSSPX Actualidad

Conferencia Episcopal de Bélgica

El Informe de Síntesis de la sesión de octubre de 2023 del Sínodo sobre la Sinodalidad exige que los diversos puntos contenidos en este documento sean objeto de nuevas discusiones, en varios niveles, para conducir en última instancia a un nuevo Instrumentum laboris, la futura base de trabajo para la sesión final que se celebrará del 2 al 27 de octubre de 2024 en Roma.

El episcopado belga publicó un proyecto de Prioridades para los debates de la segunda sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos – octubre de 2024. Este documento de menos de cinco páginas es particularmente interesante, porque es característico del pensamiento teológico moderno y de sus graves desviaciones que lo contaminan.

Las tres prioridades seleccionadas por los obispos

Estas “prioridades” se resumen en tres puntos. La primera se refiere al modo de ser misionero. Y el texto señala que “una Iglesia sinodal misionera exige un diálogo abierto que tenga en cuenta los acontecimientos actuales en el mundo que nos rodea”. Por tanto, debe haber un “diálogo abierto” con “la evolución de las ciencias, la cultura y la sociedad”.

El objetivo es que la Iglesia pueda “aprender cosas”. Los avances sociales (en cuestiones de derechos humanos, democracia y libertades modernas, por ejemplo) alientan a la Iglesia a “revisar y/o enriquecer algunas de sus posiciones” para llevarla a “cuestionar y renovar su comprensión de la Buena Nueva”.

La segunda prioridad cuestiona la Tradición de la Iglesia. El texto explica que “la Tradición/las tradiciones (…) son el fruto de múltiples desarrollos y continúan evolucionando”. Y pregunta: "¿representa la Tradición/las tradiciones de la Iglesia la mejor interpretación posible de las Escrituras para la gente de hoy?"

De esto se desprende la petición de que “el Sínodo describa la Tradición/las tradiciones de nuestra Iglesia como dinámicas y en constante desarrollo” a través de “una conversación abierta con los avances en teología, filosofía y ciencia”.

La tercera prioridad es la observación de que las dos primeras pueden experimentar desarrollos diversos en distintas partes de la Iglesia: por tanto, es necesaria la “unidad en la diversidad”. Lo que implica una mayor responsabilidad para los obispos o las conferencias episcopales. De ahí la petición de que “se concrete la descentralización de determinadas decisiones en la Iglesia”.

Los tres temas

Estas prioridades se aplican a tres temas “que tienen fuertes repercusiones en la Iglesia en Bélgica”. El primero es el lugar de la mujer en la Iglesia. Partiendo de lo que "nuestra sociedad enseña: la igualdad de género, la importancia de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres", el texto pide "luz verde para que las conferencias episcopales puedan tomar determinadas medidas".

Estas medidas tienen que ver específicamente con el hecho de que “la atribución de una mayor responsabilidad pastoral a las mujeres y la ordenación diaconal de las mujeres no debería ser universalmente obligatoria ni prohibida”.

El segundo tema es el “lugar y significado del ministerio ordenado”. Una vez más, el texto escucha “nuestra época y nuestra cultura”. Señala que la dificultad del reclutamiento clerical, así como la responsabilidad pastoral compartida entre sacerdotes y laicos, debe llevar a un redescubrimiento de “la naturaleza simbólica y sacramental del ministerio ordenado”.

Las dos exigencias que se derivan de ello son, por un lado, que "los sacerdotes y diáconos asuman sus responsabilidades pastorales en equipos en los que también los laicos tengan su lugar y su tarea", lo que conducirá a una renovación en la formación de los sacerdotes y diáconos en cuanto a las tareas pastorales.

Y, por otro lado, se solicita “que cada conferencia episcopal o asamblea episcopal continental pueda tomar determinadas medidas con miras a la ordenación sacerdotal de los “viri probati”. La ordenación sacerdotal de los “viri probati” no debe ser universalmente obligatoria ni prohibida".

El tercer tema se refiere a “los jóvenes y la cultura digital”, y busca la cooperación entre todos los actores eclesiales para que la Iglesia esté presente en el mundo digital.

Conclusión

La concepción de la Tradición que presenta este texto es fruto del Concilio Vaticano II a través de la constitución dogmática Dei Verbum que reunió en cierto modo las dos fuentes definidas por el Concilio de Trento – la Sagrada Escritura y la Tradición – en una sola fuente. A esto se asocia la noción de “tradición viva”, experimentada en cada época de la historia de la Iglesia.

Por consiguiente, la Tradición es considerada como la interpretación de la Sagrada Escritura en cada época según su cultura, su filosofía o incluso el desarrollo de las ciencias. Lo que significa que es esencialmente evolutiva. Ya no es la Tradición de la Iglesia tal como la define el Concilio de Trento: una fuente inmutable de la Revelación.

En este sistema modernista, nada en la doctrina está a salvo de un cambio, una transformación o una evolución que transforme el dogma en su opuesto. El documento de los obispos belgas es una ilustración caricaturizada de esto, pero, por desgracia, sumamente compartida por varios obispos. Lamentablemente ya no profesan la fe católica.

Ciertamente, el celibato sacerdotal no debe ponerse al mismo nivel que el sacerdocio reservado a los hombres, punto que no puede cambiar. Pero cuestionar esta disciplina es parte de esta perpetua evolución. En cuanto a la toma de decisiones diferenciada, permite considerar como perfectamente legal la bendición de las parejas del mismo sexo en Bélgica y rechazarla en otros lugares.

La unidad en la diversidad, en estas condiciones, equivale a la fragmentación de la doctrina y de la disciplina de la Iglesia en múltiples opiniones más o menos opuestas. Ya no es la Iglesia católica, sino una Iglesia que se ha vuelto protestante.