Los Santos Inocentes - 28 de diciembre

Fuente: FSSPX Actualidad

Rubens, Massacre des Innocents

Después de la festividad del Discípulo amado viene la de los Santos Inocentes: la cuna del Emmanuel, junto a la que hemos venerado al Príncipe de los Mártires y al Águila de Patmos, aparece hoy ante nuestra vista, rodeada de una graciosa cohorte de niñitos vestidos de túnicas blancas como la nieve y con verdes palmas en sus manos.

El Niño divino les sonríe; es su Rey, y toda esa pequeña cohorte sonríe también a la Iglesia de Dios. La fortaleza y la fidelidad nos han llevado ya ante el Redentor; la inocencia nos invita hoy a quedarnos junto al pesebre. 

Herodes quiso envolver al Hijo de Dios en una matanza de niños; Belén oyó los lamentos de las madres; la sangre de los recién nacidos inundó la región entera; pero todos estos conatos de la tiranía no lograron afectar al Emmanuel; solo consiguieron enviar al ejército celeste una nueva leva de Mártires.

Estos niños tuvieron el insigne honor de ser inmolados por el Salvador del mundo; pero, momentos después de su sacrificio, les fueron reveladas repentinamente alegrías próximas y futuras muy superiores a las de un mundo que pasaron sin conocer.

Dios, copioso en misericordia, no exigió de ellos más que el sufrimiento de algunos minutos; y se despertaron en el seno de Abraham libres y exentos de toda otra prueba, puros de toda mancha mundana, llamados al triunfo como el guerrero que da su vida para salvar la de su jefe.

Su muerte es, pues, un verdadero Martirio, y por eso la Iglesia los honra con el bello título de Flores de los Mártires, a causa de su tierna edad y de su inocencia. Tienen, por tanto, derecho a figurar hoy en el Ciclo, a continuación de los dos valientes defensores de Cristo que ya hemos celebrado.

San Bernardo, en su sermón sobre esta fiesta, explica admirablemente la conexión de estas tres solemnidades: "En el bienaventurado Esteban, dice, tenemos reacción y la voluntad del martirio; en San Juan, solamente la voluntad del maririo, y en los Santos Inocentes solo el hecho del martirio. Pero ¿quién dudará de la corona alcanzada por estos niños? Preguntaréis ¿dónde están los méritos para esta corona? Preguntad más bien a Herodes qué crimen cometieron para ser así asesinados. ¿Habrá de vencer la crueldad de Herodes a la bondad de Cristo? Ese rey impío pudo matar a estos inocentes niños; ¿y Cristo no habría de poder coronar a los que solo por su causa murieron?

"Esteban fue mártir a los ojos de los hombres que fueron testigos de su Pasión voluntariamente padecida, hasta el punto de rogar por sus mismos enemigos, mostrándose más sensible al crimen de ellos que a sus propias heridas. Juan fue mártir a los ojos de los Ángeles, que siendo criaturas espirituales, vieron las disposiciones de su alma. En verdad, también fueron mártires tuyos, oh Dios, aquellos cuyo mérito no fue visto, ciertamente, por los hombres ni por los Ángeles, pero a quienes un favor especial de tu gracia, se encargó de enriquecer. De la boca de los recién nacidos y de los niños de pecho te has complacido en hacer brotar tus alabanzas.

¿Cuáles? Los Ángeles cantaron: ¡Gloria a Dios en las alturas; y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! Alabanza sublime, sin duda, pero que no será completa hasta que Aquel que ha de venir diga: Dejad que los niños se acerquen a mí, porque el reino de los cielos es de quien a ellos se parece; paz a los hombres, aun a aquellos que todavía no tienen el uso de la razón: ese es el misterio de mi misericordia".