Zaitzkofen: el fiat de María y el subdiaconado

Fuente: FSSPX Actualidad

El 25 de marzo, dos seminaristas del seminario del Sagrado Corazón en Zaitzkofen, Alemania, un austriaco y un ruso, fueron ordenados subdiáconos por monseñor Bernard Fellay. Fue un día especial: la fiesta de la Anunciación, el sábado conocido como de 'Sitientes', día tradicional para las ordenaciones, y el 32 aniversario de la muerte de Su Excelencia Monseñor Marcel Lefebvre.

La batalla por las almas continúa; ¿y dónde estamos? De hecho, podría pensarse, que todo apunta a una derrota de los soldados de Dios. ¿Qué pueden hacer dos jóvenes subdiáconos en este día? Parecen ser enviados como corderos entre lobos.

Sin embargo, la victoria final sobre las tinieblas fue preparada desde hace tiempo en la habitación de María, de forma discreta e invisible. Aunque el diablo y el mundo piensan que están a salvo, Dios es todopoderoso.

Monseñor Fellay habló sobre la conexión que existe entre la ordenación subdiaconal y la fiesta de la Anunciación: los recién ordenados fueron llamados por la Iglesia a esta misma batalla donde Nuestra Señora está con sus descendientes y donde aplastarán de una vez por todas la cabeza de la serpiente.

Los dos jóvenes estarán ahora y siempre al servicio de la Iglesia, al servicio de María; y los deberes litúrgicos del subdiácono nos permiten adivinar su futuro campo de batalla: añaden agua al cáliz, añaden por tanto al sacrificio de Cristo un sacrificio humano, el suyo, y así completan, como dice San Pablo lo que falta a la pasión de Cristo.

Luego, entre otras cosas, aseguran la pureza del lienzo litúrgico, y también la pureza de los fieles, cuyo altar, que es Cristo, está de alguna manera cubierto. Por eso se les pide que lleven una vida ejemplar y que lean la epístola a los vivos y a los muertos. La crucifixión de Nuestro Señor fue el aparente triunfo del mal. Pero ¡cuán engañados están los espíritus malignos!

No nos desanimemos en estos tiempos de crisis. Oremos por los nuevos subdiáconos: para que sigan las huellas de Cristo y se dediquen a la salvación de las almas. Pues entonces se confirmará nuevamente que la providencia de Dios y el sacrificio mal entendido por el mundo traerán el cambio.

Fiat mihi secundum verbum tuum.

Fotografías de la ceremonia